La noche cambió de lleno nuestras atormentadas mentes, sentimos una sacudida en el cerebro y el cielo se llenó de luciernagas centelleantes que no paraban de zumbar sobre nuestras cabezas. Algunas veces no hace falta decir nada, tan solo fluir en el cálido plasma y sentir que el tiempo se ralentiza en miles de instantes. Fluir es vivir.Francesco Malakhosa
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