Dolores
Era la hija del panadero que se fue a la India porque le habían dicho que la harina salía más barata y nunca volvió. Dolores que era como se llamaba, tenía por entonces 20 años y junto con su madre sacó adelante el negocio. Todas las mañanas pasaba por delante de mi balcón y yo la observaba hasta que se perdía calle abajo. Sonreía siempre a casi todo el mundo y daba los buenos días al pescadero, al carnicero, al zapatero y a los albañiles que arreglaban la fachada del edificio de enfrente. No es que estuviera pirado por ella pero me agradaba su imagen a primera hora de la mañana como a la mayoría de la gente, era una buena imagen para empezar el día, mejor que la de mi gato parapléjico pidiéndome más comida. Una mañana Dolores no pasó por mi calle, y al día siguiente tampoco, así que el pescadero, como cabecilla de la asociación de gremios, aceptó bajar hasta la panadería para hablar con ella, yo me enteré por una vecina que se lo estaba contando a la portera y que a su vez se había enterado por que se lo había dicho uno de los albañiles. Así que me quede en el balcón esperando a que regresara el pescadero. Pasó la tarde y el pescadero no regresaba, la calle empezaba a impacientarse y se iba acercando la hora de cerrar, los albañiles fueron a esperar al bar de la esquina, mas tarde se les unió el carnicero y el zapatero apareció por detrás, yo opté por bajar también y unirme al grupo como mero observador. Nadie se explicaba el retraso del pescadero, todos discutían y se preguntaban que podía haber sucedido, por unanimidad decidieron que el carnicero como adjunto al cabecilla de la asociación de gremios fuera en su busca y volviera al bar para contarles lo sucedido. Salió del bar y nos quedamos todos en silencio, esperando. Pasaron dos horas y el carnicero tampoco apareció, uno de los albañiles se enfadó mucho y decidió marcharse a casa, los otros tres le siguieron y nos quedamos el zapatero, yo y el dueño del bar sin decir una sola palabra. A la media hora el zapatero se levantó de la mesa y pagó su cuenta, salió del bar dirección a la panadería. Cuando el dueño me dijo que era la hora del cierre pagué y subí otra vez a mi casa, esperé un rato en el balcón, pero tampoco apareció nadie. A la mañana siguiente las tiendas seguían cerradas y los albañiles tampoco estaban, unos técnicos del ayuntamiento tomaban medidas del edificio de enfrente, nadie parecía preocuparse por Dolores y mucho menos por el pescadero, el carnicero y el zapatero. Un mes más tarde la situación era la misma, unas máquinas bajaban por la calle a las nueve de la mañana, el estruendo era ensordecedor y cuando aparecieron me di cuenta de que iban a demoler el edificio así que bajé corriendo por las escaleras gritando, cogí mi moto y bajé a gran velocidad hacía la panaderia, un coche salió de una calle a la derecha, yo tenía preferencia pero no paró, me arrolló y caí al suelo, perdí el conocimiento. Me desperté en un hospital mientras una enfermera cambiaba una botella de suero que estaba encima de mi cama, balbuceé unas palabras pero apenas podía abrir los ojos. Cuando se dio cuenta de que empezaba a estar consciente, avisó al doctor que estaba de guardia y me explicó que me había golpeado la cabeza y llevaba unos días ingresado. El doctor me examinó de arriba abajo, me tomó el pulso y le pidió a la enfermera que me tomara la temperatura, llamó a otro doctor que también me examinó, ninguno me explicó nada. Más tarde me enteré que el accidente me había dejado en coma y llevaba siete meses en el hospital, dado que no tenía a nadie tendría que pasar por los menos unos meses más de recuperación hasta que fuera recordando poco a poco mi pasado más cercano. Pasó el tiempo y por fin un día me dieron el alta, casi me acordaba de todo, mi calle, el balcón de mi casa, mis plantas y Dolores, aunque me faltaba el último detalle de su misteriosa desaparición. Estaba inquieto por regresar y volver a verla, así que recogí mis pocas cosas y cogí un taxi. Cuando llegué el edificio ya no estaba, habían construido un centro comercial en su lugar y la gente salía con bolsas de marcas conocidas. Sufrí un shock y por mi mente pasaron las imágenes del pescadero, el carnicero y el zapatero y como no, del ultimo día que vi a Dolores.. Entré en casa recordando toda la historia perdido en mis pensamientos y cuando llegué a la cocina me encontré junto a la nevera a mi gato parapléjico, yacía muerto de hambre en el suelo.
1 Comments:
El final tétrico, tétrico... pero en general... micca brutto, jejejeje!
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