Sr. Triste de día
Sr. Triste se levanta todas las mañanas a las 6.00 y pone la cafetera a calentar, mientras el agua hierve, se ducha, se afeita, se viste como todos los días y sale de casa con su paraguas a las 6.45. Coge el Metro de las 7.00 y a las 7.25 se sube en un autobús, llega al trabajo a las 8. Sr. Triste no aguanta a su compañera que no para de protestar por las mañanas. Como siempre, Sr. Triste enciende su ordenador a las 8.05 y mira las noticias de la guerra y los principales accidentes que ocurren en la ciudad. Hace su trabajo durante 6 horas seguidas y se va a comer al restaurante del Sr. Sandía a las 14.10, se sienta sólo en el rincón del fondo y elige el menú, mientras se toma el café fuma un cigarrillo y piensa que solo le queda la tarde. A las 16.00 vuelve a trabajar, su compañera protesta como siempre y Sr. Triste se envuelve en su habitual introversión de sobremesa hasta las 18.00 que apaga el ordenador. Sr. Triste llega a casa a las 19.10, durante el día planea la tarde como un tiempo cargado de tareas necesarias para lograr el equilibrio vital que mantiene su estado dentro de la rutina diaria, pero cuando entra por el portal ese pensamiento se ha esfumado por completo. Se cambia de ropa y se embriaga mientras ve un rato la tele. Friega la cafetera y la taza del desayuno mientras escucha la radio, hecha un vistazo al periódico y prepara la cena, siempre algo sencillito y fácil de hacer. A las 22.00 Sr. Triste ya está en la cama, lee durante un rato algún libro disfrutando del único momento del día de tranquilidad absoluta y apaga la luz a las 22.30 como siempre. A las 23.00, Sr. Triste se duerme y con un poco de suerte no se despierta hasta las 6.